Independientemente de lo que haya causado tu baja autoestima en el pasado, son tus hábitos actuales los que la mantienen. La razón principal por la que veo a las personas, en mi consulta, luchar con la baja autoestima es que están atrapadas en sutiles hábitos mentales que las hacen sentir mal consigo mismas. Si puedes aprender a identificar y superar estos cuatro hábitos mentales, descubrirás que tu autoestima puede mejorar mucho en poco tiempo.
- Obsesionarse con errores pasados
Por supuesto, todos cometemos errores. y pensar y reflexionar sobre nuestros errores en cierta medida es saludable y beneficioso para nuestra autoestima, porque nos ayuda a evitar cometer errores similares en el futuro: • Si fallaste en un examen, probablemente valga la pena preguntarte por qué, para q pue puedas prepararte mejor la próxima vez y aprender de ese hecho . • Si tu matrimonio está en crisis porque dedicas demasiado tiempo a tu trabajo y nunca pasas tiempo de calidad con tu pareja, probablemente valga la pena reflexionar sobre eso si quieres recomponer tu relación. Pasar un par de horas reflexionando sobre lo que salió mal en esa entrevista en la que te fue mal probablemente será muy útil para tu desempeño en futuras entrevistas. • Pasar un par de horas a la semana durante algunas semanas puede llevar a algunas nuevas ideas. Aunque eso es mucho tiempo para solo obtener algunas ideas nuevas… • Pasar horas a la semana durante años pensando en cómo arruinaste esa entrevista… no, probablemente no vale la pena
La utilidad es lo que distingue la reflexión saludable del rumiar perjudicial. Y una de las principales razones por las que las personas sufren de baja autoestima es que adquieren el hábito de rumiar de manera poco útil sobre sus errores pasados.
Cuando reflexionas para aprender del error y hacerlo mejor la próxima vez , eso es útil.
Pero cuando te obsesionas con errores pasados más allá del punto de utilidad, todo son efectos secundarios y no hay beneficios.
Recuerda:
Solo porque un error sea cierto no significa que pensar mucho en él sea útil.
No podemos cambiar el pasado. Vivir en la negación de ese hecho al continuar rumiando sobre nuestros errores solo nos perjudica a largo plazo.
“El pasado ya no puede hacerte daño , a no ser que tú lo dejes.”
Alan Moore
- 2- Preocuparse por el futuro
Preocuparse por el futuro es otro hábito mental que parece productivo, pero en realidad es perjudicial tanto para tu bienestar emocional como para tu autoestima.
Aquí está la distinción clave que debes tener en cuenta: Planificar para peligros realistas es muy diferente a preocuparse por los que son poco realistas.
Nuestra imaginación es una herramienta poderosa. Pero al igual que la mayoría de las herramientas poderosas, puede usarse bien o mal… Imaginarse cómo podrías disfrutar trabajando en una nueva carrera puede ayudarte a crecer y explorar nuevas opciones profesionales. Pero imaginarte todas las formas en que probablemente fracasarás en cualquier nuevo emprendimiento te generará ansiedad y disminuirá tu autoestima.
Tanto la planificación realista como la preocupación irreal son formas de pensar en los peligros del futuro. Y aunque es útil planificar y prepararse, la preocupación rara vez es útil y siempre tiene dos grandes inconvenientes:
La preocupación te genera ansiedad. Cuando nos atrapamos en el hábito mental de imaginar temores y escenarios catastróficos poco realistas en el futuro, entrenamos a nuestro cerebro para tener miedo innecesariamente. Como resultado, terminamos sintiéndonos ansiosos sin necesidad. La preocupación es el motor de la ansiedad.
La preocupación disminuye tu autoestima. Además de hacerte sentir ansioso en el momento, la preocupación crónica por cosas irreales eventualmente te hace sentir incompetente para enfrentar exitosamente la vida. Y cuando te sientes así de manera habitual, tu autoestima se ve afectada.
Si estás atrapado en el hábito de preocuparte por temores poco realistas en el futuro, estás obteniendo todos los efectos secundarios (ansiedad crónica y baja autoestima) sin ningún beneficio real.
Tu capacidad de pensar en el futuro es una herramienta. Y al igual que cualquier herramienta, es útil en algunas situaciones y contraproducente en otras.
«Preocuparse es un mal uso de la imaginación».
Dan Zadra
- 3- Rumiar sobre viejas heridas del pasado
En el punto anterior, hablamos sobre cómo obsesionarse con nuestros errores pasados perjudica nuestra autoestima. De manera similar, rumiar o obsesionarse con las heridas o agravios que hemos sufrido también puede ser perjudicial para nuestra salud mental y nuestra autoestima.
Por supuesto, es natural pensar en cómo alguien nos lastimó, especialmente si esa persona es cercana a nosotros, como un padre, amigo o compañero de trabajo de mucho tiempo. Reflexionar sobre cómo otros nos han lastimado en el pasado también puede ser útil hasta cierto punto.
Ser conscientes de quién nos lastima de manera regular es una forma importante de saber qué relaciones son saludables y deben cultivarse, y cuáles son poco saludables y sería mejor evitar.
Pero al igual que con los errores pasados y las preocupaciones futuras, pensar en cómo nos han lastimado en el pasado puede convertirse fácilmente en un hábito improductivo y perjudicial para nuestra autoestima.
Hay algunas desventajas importantes de obsesionarse con viejas heridas:
Ira y resentimiento crónicos:
Rumiar conduce a la ira. Y si bien la ira no es necesariamente mala en sí misma, sentirse crónicamente enojado puede generar resentimientos, estrés excesivo y conflictos en las relaciones.
Evitar la acción productiva:
Superar una relación poco saludable, o herida no es fácil, requiere trabajo y por lo tanto tendemos a evitar hacer este esfuerzo. Pero la consecuencia negativa es que vamos a evitar también avanzar y superar esta situación y los sentimientos que provoca. Con lo que no vamos a sanar esta herida y nos quedaremos varados en ese lugar
Baja autoestima:
Permitirse permanecer atrapado en el hábito de rumiar de manera improductiva erosiona lentamente nuestra autoestima porque, en el fondo, sabemos que no es útil, y en muchos casos, empeora las cosas. ¿Cuántas relaciones se arruinan por la incapacidad de perdonar? ¿Cuántas personas quedan estancadas en sus vidas porque no pueden dejar ir el pasado y, como resultado, terminan ignorando su presente y su futuro?
Al final del día, la decisión de seguir rumiando sobre una herida antigua o dejarla ir se reduce a esto: ¿Quieres vivir tu vida atado al pasado o trabajar para tener la libertad de vivir tu vida avanzando?
Porque te hayan lastimado no significa que revivir ese dolor sea lo mejor para ti.
«El perdón es un acto de la voluntad, y la voluntad puede funcionar independientemente de la temperatura del corazón».
Corrie Ten Boom
- 4- Juzgarte a ti mismo por cómo te sientes
Cuando te criticas a ti mismo por ser «débil» cada vez que te pones triste por algo que sucedió hace mucho tiempo.
Cuando te juzgas por sentirte ansiosa e indecisa durante una reunión en el trabajo, te haces juzgas como débil, por algo que es completamente normal y le sucede a todos (incluso si no siempre lo admiten para sí mismos).
Cuando te enojas contigo misma por sentirte enojada, te dices que eres una inútil, por experimentar una emoción humana perfectamente normal.
¿Y qué crees que sucede cuando tienes el hábito de hacerte sentir mal constantemente?
Exacto, tu autoestima se desploma.
¿Cómo puedes tener una autoestima saludable si piensas que estás loca o eres una mala persona, inútil o débil, por sentir emociones, algo sobre lo que no tienes un control directo?
¡Es como juzgarte a ti misma como una mala persona por ser alta o tener el cabello castaño!
Cuando tienes el hábito de juzgarte a ti misma por cosas que no puedes controlar, como tus emociones, estás preparando el escenario para una autoestima crónicamente baja.
Practica aceptar tus emociones por lo que realmente son: a veces dolorosas e inconvenientes, pero nunca malas ni peligrosas.
Si puedes desarrollar el hábito de la autocompasión, verás cómo tu autoestima aumenta drásticamente.
«Los sentimientos son algo que tienes; no algo que eres».
Shannon L. Alder
- 5- Compararse con los demás
El hábito de compararse constantemente con los demás puede dañar y disminuir la autoestima por varias razones.
Enfoque en las fortalezas de los demás: Al compararnos con los demás, tendemos a centrarnos en las cualidades y logros positivos de los demás, lo cual puede hacer que nos sintamos inferiores o insuficientes en comparación. Esto puede generar sentimientos de envidia, celos o frustración, lo que afecta negativamente nuestra autoestima.
Percepción distorsionada de la realidad: Al compararnos con los demás, a menudo caemos en la trampa de comparar nuestros puntos débiles con las fortalezas de los demás. Esto puede distorsionar nuestra percepción de la realidad y hacernos sentir que no estamos a la altura o que somos inferiores. Esta comparación injusta y desequilibrada puede minar nuestra confianza y autoestima.
Autoexigencia excesiva: La comparación constante con los demás puede llevarnos a establecer estándares poco realistas para nosotros mismos. Nos presionamos para alcanzar los mismos niveles de éxito, apariencia o logros que vemos en los demás, sin tener en cuenta nuestras propias circunstancias, habilidades y procesos individuales. Esta autoexigencia excesiva puede generar sentimientos de frustración, decepción y autocrítica, lo que afecta negativamente nuestra autoestima.
Ignorar nuestras fortalezas y logros: Al centrarnos en compararnos con los demás, tendemos a pasar por alto nuestras propias fortalezas, logros y progresos personales. Nos menospreciamos y subestimamos nuestras propias capacidades, lo que puede erosionar nuestra confianza y autoestima. La comparación constante nos impide reconocer y valorar nuestras propias cualidades y éxitos, lo que afecta negativamente nuestra percepción de nosotros mismos.
En resumen, el hábito de compararse con los demás daña y disminuye la autoestima al desviar nuestra atención de nosotros mismos, enfocándola en los demás de manera desfavorable y generando sentimientos de insuficiencia, envidia y autoexigencia excesiva. Es importante recordar que cada persona es única, con sus propias fortalezas y debilidades, y que el verdadero crecimiento personal se encuentra en aceptarnos y valorarnos a nosotros mismos en lugar de buscar constantemente compararnos con los demás.